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Los hijos de Doña Leonor

Lo dijo Jaime Rivera el 5 de marzo de 2010 , mientras ordenaba , , ,
Pancho tenía una cara de esas que uno prefiere no mirar. Hasta eso, no era tanto por los barros, ni por las múltiples cicatrices que le habían dejado en conjunto la varicela, el acné y alguna que otra costra que se había arrancado. No; era algo más. No tenía defectos congénitos ni tumores. Tenía alguna que otra mancha de sol. Su cutis era graso y sudaba mucho, así que un brillo le cubría el rostro casi el día entero, pero tampoco eran esas las razones para que la gente prefiriera no voltear a verlo. Había a quien le incomodaban un poco sus patillas largas, muy al estilo setentas, haciendo juego con su melena envaselinada, pero incluso eso se le habría perdonado. Los dientes chuecos y amarillentos eran una característica que todos en el pueblo compartían, así que eso tampoco saltaba mucho a la vista cuando se le estudiaba. El bigote escaso y mal cuidado era común para los muchachos de su edad; estaba por cumplir veinte años. La nariz aguileña y medio torcida era más un símbolo de honor que un defecto, puesto que se la habían dejado así en una pelea con los muchachos del pueblo vecino, con el que había una rivalidad añeja. Pancho era el que había dado más golpes, pero también el que había recibido la mayoría del maltrato. No; la nariz, si acaso, era algo que anunciaba a todos que él era un digno ciudadano de San Honorato El Alto. Eran los ojos.

Pancho no era bizco, pero como si lo fuera. Era lo que ahora todo mundo llama débil visual, por aquello de la corrección política, pero que sus amiguitos de la primaria acostumbraban describir diciendo: ¨Ay mamá, es que un ojo le baila y el otro le zapatea¨. Su debilidad visual era producto de una especie de catarata que le cubría parte de la córnea en ambos ojos. Ello le impedía ver correctamente con los ojos puestos en la posición común: de frente. La cosa es que ambos ojos tenían una obstrucción en lados opuestos y Pancho debía ajustar el ángulo con el que veía para poder enfocar los objetos colocando sus ojos en posiciones que habrían sorprendido al mejor de los contorsionistas. Obviamente, los músculos oculares se le cansaban pronto y cada ojo terminaba por comenzar a temblar, al principio sólo un poco, y después con más intensidad. Por momentos, Pancho sin darse cuenta, tenía que darle preferencia a la imagen recibida por alguno de los dos ojos; normalmente era el derecho. Cuando ello sucedía, el ojo izquierdo, digamos que se iba de vacaciones y se ponía a examinar los alrededores, como con curiosidad autónoma.

Ya se podrán imaginar a Pancho, mirándolos fijamente con el ojo derecho; un ojo cansado que trata de mantener la posición pero que da brincos como si fueran estertores de muerte, mientras que el ojo izquierdo parece niño con síndrome de déficit de atención. Si han logrado crear la imagen correcta, podrán notar que es cierto: cualquier defecto físico era eclipsado por la incomodidad de no saber adónde dirigirle la mirada.

Uno está acostumbrado a mirar a la gente a los ojos, pero al mismo tiempo se nos ha enseñado a ignorar los defectos de las personas; especialmente si son defectos por alguna discapacidad o cosa por el estilo. A la mayoría de  los habitantes del pueblo les resultaba hasta cierto punto fácil no voltear a verle las piernas a Don Nabor, que camina con muletas, o no verle el brazo al tullidito que pide afuera de la iglesia. A la puta que se para en la esquina opuesta a donde está la cantina, es fácil no voltearle a ver las chichis caídas, de tanto cliente que se las ha magullado. Y hasta a Doña Gasparita, la de las tortas, era fácil no verle la cicatriz que tenía en el cuello, producto de una mordida de un perro rabioso, de esos que les llaman ¨perros del mal¨ y que nomás se dejan venir, así, sin avisar, y que todo mundo le decía ¨ay, Gasparita; por poquito y ni la cuentas¨ porque entre las inyecciones de la rabia y lo delicado del lugar donde la habían mordido, pues sí se puso bastante grave.

Pero los ojos de Pancho eran como un razonamiento circular. Queriendo ignorar sus defectos, comenzaba uno viéndolo a los ojos, pero instantáneamente nos venía a la mente que era justo ahí donde estaba el problema. Desviábamos la mirada y luego luego la culpa nos venía, puesto que era obvio que Pancho se daría cuenta que no lo veíamos precisamente porque sus ojos andaban salte y salte. Entonces le regresábamos la atención a los ojos y para cuando esto sucedía, ya no sabíamos ni qué nos estaba diciendo Pancho. Entonces le tenía uno que preguntar ¨perdón Panchito, es que están haciendo mucho ruido estos chamacos; ¿qué me decías?¨  Pero todos sabíamos, y Pancho también, que en realidad no le habíamos puesto atención porque estábamos tratando de contener la risa; porque nos habían dicho un par de días atrás que los ojos de Pancho saltaban al ritmo de ¨La raspa¨ y justo entonces la canción nos estaba sonando en la cabeza, y era cierto. Ahí andaban los ojitos, salte y salte, y no perdían el compás. Porque eso sí, les sería dificilísimo mirarlo a uno fijamente, pero mantener el ritmo de ¨La raspa¨ no les parecía una hazaña mayor. Y ya pensábamos que probablemente si alguien le sacara película a sus ojos y la pusiera frente a un conjunto musical, hasta podría dirigir, como lo hacen con batuta y todo, los músicos más estudiados, porque para eso no hacía falta tanto saber de música como el mantener la cadencia correcta, y eso lo hacían muy bien los ojos de Pancho. Eso, y ensartar agujas. Bueno, obviamente, Pancho ensartaba el hilo con las manos, pero nadie en el pueblo era capaz de ensartar el hilo en una aguja de coser tan rápido como lo hacía Pancho. Más tardaba Doña Jovita en decirle ¨Panchito, mira que tengo esta...¨ que ya Pancho le estaba dando la aguja ensartada. Claro que a veces su rapidez rayaba en lo ridículo porque en más de una ocasión le terminaban diciendo ¨ay, tú, atarantado, que no era ese color el que quería...¨ pero ya eso era otro cantar, porque de todos modos, la aguja quedaba lista en cosa de instantes. Instantes en los que Camilo, el hermano de Pancho aprovechaba para bromear con quien estuviera alrededor.

Camilo era una bala con los chistes. Entretenía a todo mundo con sus ocurrencias. Se sabía miles de ¨colmos¨ y bromas para niños; un montón de chistes rojos para contar en la cantina, y uno que otro chascarrillo ingenioso para contarle a Don Gumersindo, el cura de la parroquia quien fungía también como maestro de la escuela por falta de personal que quisiera irse a refundir a este lugar tan lindo, pero tan lejano de la capital.

Camilo era gemelo de Pancho, pero no idéntico. Pancho y Camilo se parecían porque llevaban los mismos genes, pero ahí acababan las similitudes. Camilo era más alto, de cuerpo más atlético, con un cutis perfecto y rasgos de modelo; tenía sentido de la moda, o al menos lo que estaba de moda en el pueblo, que es lo que cuenta en estos casos, y aunque tampoco le salía barba ni bigote, ni siquiera hacía el intento de dejárselos crecer.

Camilo además no tenía debilidad visual alguna. Pero su encanto acababa ahí. Camilo era un reverendo hijo de puta, con perdón de Doña Leonor, la mamá de Pancho y Camilo, que por cierto, es muy devota. Camilo es de los que Doña Perla, llama ¨gozadores¨. Doña Perla es una extranjera de alguna isla del Caribe que llegó al pueblo hace más de 30 años, pero que todavía todo el mundo la considera ¨fuereña¨ porque sigue hablando como la gente de la costa.

Gozadores, les dice Doña Perla a los que se van con quien les dé cariño, ya sea éste un Don o una Doña. Claro que Camilo era muy discreto, o quizás no tanto, porque todo el mundo lo sabía, pero al menos todos guardaban las apariencias perfectamente bien y sin ningún apuro. Por lo mismo, Camilito, como la mayoría lo conocía, tenía las puertas abiertas de todas las casas. Al parecer, era muy bueno en las artes camísticas. No le faltaba recomendación. Era de esa gente que solito se te cuela entre un ¨hola¨ y ¨ah, chirrión, ¿qué pasó?¨ pero que dejaba a todos con una sonrisa en la cara. Camilín, el buen amante. Camilín, el gozador. Si le hubieran dado oportunidad a Pancho, habría demostrado que él no sólo era mejor que Camilo en la cama, sino que además estaba mejor dotado. Sin embargo eso sólo lo sabía Doña Leonor,  y no por incesto ni mucho menos, sino porque ella era la única que lo había visto desnudito desde que nació.

De bebé, Panchito parecía tener tres piernitas. Sin exagerar, cuando a veces se le confundía cuál de los dos cuatitos era Pancho y cuál era Camilo, Doña Leonor les revisaba el pañalito y la duda quedaba despejada. Pero insistimos, eso sólo lo sabía Doña Leonor,  y fue un secreto que se llevó a la tumba. Panchito era un amor de muchacho. Cualquier favor que se le pedía, ahí iba Pancho a hacerlo, con buena cara y mejor disposición. No había chamaco más sincero ni más humilde en el pueblo que Pancho, y eso lo sabían todas las muchachitas.

Pero ni la mejor disposición ni el alma más noble podían hacer que la gente olvidara los ojos de Pancho. Apenas Pancho fijaba los ojos en una chamaca, o bueno, intentaba medio fijarlos; o dejémonos de cosas, apenas Pancho se interesaba en una chiquilla, ella le salía con el cuento de que era muy lindo y muy bueno y muy todo lo que usté quiera y cuente, pero que ella lo veía como amigo. Y de amigo no lo bajaba nadie. Gran amigo, por cierto. Muy leal y valedor. ¿Pues no sé partió la cara para defender el honor de la Anita? La hija de Don Jacinto. Que por cierto era bien puta, pero eso no quitaba que fuera del pueblo, y cuando cualquiera que no fuera del pueblo; cualquier forastero, sobre todo si venía de San Honorato El Bajo, el pueblo rival, osaba poner en duda la virtud de cualquier local, especialmente una chiquilla, por más puta que ella fuera, sobre todo tan arrabalera como había salido la pinche Ana, que sí se las mamaba, pero bueno, eso no es el caso.

El caso es que cuando cualquiera se atrevía a poner en duda el honor de alguien del pueblo, había que salir a la defensa. Esa vez, el comentario se lo habían hecho a Camilo, y Camilo ya estaba haciéndose el tonto; como que no había oído, pero Pancho, que estaba como a cinco metros y todavía alcanzó a escuchar lo que se había dicho de Ana, la Putana, que así le decían en San Honorato el Bajo, se abalanzó con todo lo que pudo a soltar el primer chingadazo. Porque no, no fue un golpe, ni un guamazo; fue un reverendo y jodidísimo chingadazo, que si se pudiera decir con más fuerza, se diría.

Si los golpes de Panchito eran famosos, pero también se hizo famosa la curva sinuosa que le dejaron por nariz a consecuencia de ese pleito. Que si bien defendió el honor de Anita, pues la mera verdad debería de haberle hecho como Camilo, que estaba dispuesto a ignorar el asunto, pero no, ahí tenía que ir Panchito de macho y peleonero, como lo fue hasta el día de su muerte, que fue bastante trágica también.

Después de haber vivido una vida de servicio al prójimo y de bondad, ¿por qué no decirlo? si era un angelote el pinche Pancho. Tendría algo así como unos treinta y tantos años, que la verdad, no me acuerdo, porque cada quien lo recuerda de manera diferente y unos dicen que fue antes y otros dicen que después. Porque déjenme decirles que sucedió en una fiesta de cumpleaños. Yo digo que fue en el cumpleaños de Cuca la del rosario, porque según me acuerdo yo, estábamos partiendo el pastel y cantándole las mañanitas en el atrio de la iglesia, pero como el borlote se convirtió en un evento en el que todos, hasta lo que no estaban vivos entonces se dicen partícipes, cada quién va contando la historia como si hubiera sido el cumpleaños de su tía, de su mamá o hasta de ellos mismos, incluso cuando estamos presentes algunos de los que de verdad estuvimos ahí y sabemos que no es verdad. Y se nos tacha de desmemoriados o de necios y que según, ya ni nos acordamos de nuestros nombres, pero yo les puedo jurar que la historia tiene en el pueblo más de quince versiones.

Lo que todos recordamos es que Camilo andaba enamorando a la cumpleañera. Y ahí es donde saltan unas pequeñas diferencias, porque los que cuentan que fue en su cumpleaños, a veces le hacen algún ajuste para decir que andaba enamorando a su hermana o algo así. La cosa es que Camilo llegó borracho a media fiesta, con un mariachi que había traído de la capital. Llegó cantando a todo lo que le daba su media voz, ya toda gastada, de que se notaba que había estado cantando en la cantina un buen rato antes de decidir llevarle serenata a la del cumpleaños, que es diferente según quien lo cuente, pero ustedes saben que era Cuca.

Y la verdad, la Cuca ni estaba tan buena, pero ya ven, cuando uno se encula con una vieja, se encula y punto. La cosa es que la Cuca era de las pocas que por compasión o por lo que ustedes quieran, le tenía algunas atenciones a Panchito. No era altanera con él. No era de las que sólo le pedía favores, sino que a veces también lo invitaba a comer, sólo por disfrutar de su compañía. Pancho había interpretado en un par de ocasiones su buen trato como una señal de que no le era indiferente, pero Cuca le había dejado bien claro que su comportamiento era tal porque podía ver lo lindo que era como persona, pero que ni se hiciera ilusiones, porque no quería nada con él. Pero para mí que eran puros cuentos.

Mucho se ha dicho del asunto, pero los años me dicen que Cuca estaba enamorada de Pancho, o de la personalidad de Pancho y soñaba que un día los dos hermanitos que habían compartido el vientre materno, como por arte de magia intercambiaran cuerpo y por fin tuvieran una personalidad y un aspecto físico que fueran congruentes. Pero eso no sucedía ni sucedería jamás, como nunca sucede en la realidad; sólo en las historias tontas del cine.

Cuca en ese entonces era de las que pernoctaba con más frecuencia con Camilo. Pero si bien Cuca pasaba toda la noche revolcándose con el hermano gozador, todo el día lo pasaba con el hermano bonachón y eso, Camilo no podía soportarlo. En cualquier otro momento a Camilo no le habría importado. El problema en esta ocasión fue que la preferencia era muy notoria. Para Cuca, Camilo era un objeto sexual con el cual satisfacerse, mientras que Pancho le daba la compañía y la plática que nadie más podía ofrecerle.

Camilo llegó entonces con su voz aguardientosa, cantando ¨Mujeres Divinas¨ o intentando cantarla, porque de la canción lo único que se reconocía era la letra y se sabía  qué canción era porque el mariachi estaba tocando la melodía, pero si se hubiera uno guiado por cómo la cantaba Camilo, más parecía ¨Pelo Suelto¨ que otra cosa.

Camilo tuvo que llegar en el momento menos oportuno, como suele suceder en todas las tragedias. Pancho estaba felicitando a Cuca. De un jalón los separó y empezó a reclamarles. Se hizo todo un escándalo. Se hicieron de palabras, las mujeres comenzaron a gritar, y todo parecía que no iba a pasar de un jaloneo cuando se escuchó el disparo.

Camilo, en su borrachera, le había pedido a uno de los músicos del mariachi que le prestara parte de su atuendo, para que se viera más macho al llegar a cantarle a Cuca. Entre lo que le prestó el músico barrigón, fue su cinturón, con pistola y todo. Camilo pensó que era una pistola de juguete, o de esas de chinampinas, pero no. La pistola era de verdad.

Camilo estaba haciéndose el muy macho, empujando a Pancho; diciéndole que si le quería quitar a su mujer y que si esto y lo otro y que lo invitaba a un duelo y que si aquí mismo, y ¡sopas! que se le suelta el tiro. Y fue de esos tiros guiados por la mala suerte, que matan sin dar tiempo a ver qué pasó. Porque Pancho ni cuenta se dio que le habían pegado un balazo.

Si todo mundo volteaba a todos lados a ver de dónde había venido el tiro y a quién le habían dado, pero en la confusión nadie notó nada hasta que unos segundos después Pancho cayó sobre sus rodillas, ya sin quejarse ni aliento para decir nada. Y quedó tendido en el piso de tierra. Y la sangre se extendió como en las plazas de toros, formando un lodo espeso. Y el griterío empezó. Y todos buscando a Camilo, que si dónde andaba, que si se juyó. Y pues al parecer tenía los reflejos más rápidos que existen en los alrededores, porque por aquí estaba cayendo Pancho al suelo, y por allá se había perdido todo rastro de Camilo. Dicen que se suicidó. Otros cuentan que encontraron su cuerpo en el río. Otros dicen que se fue de gozador para otro pueblo que está más pegado a la laguna que está como a tres horas más al norte. La cosa es que esa fue la noche que todo mundo recuerda y en la que se atribuye que ocurrieron varios milagros.

Doña Catalina, que ya no podía caminar por sus reumas, se recuperó. Don Nicanor, que era más sordo que una tapia pudo escuchar por fin, dos muchachitas que habían dejado de ser señoritas recuperaron su virtud, y así como esos milagros ocurrieron muchos más, que la verdad, la mayoría ni siquiera son milagros y muchos ni siquiera ocurrieron esa noche, pero todos se le atribuyeron a Panchito.

Y fue entonces que todos empezaron a decir que era un santo. Porque lo era. Hombre más bueno no había habido en San Honorato El Alto. Y corrieron a decirle al cura, que bueno, no estaba tan lejos, porque recordemos que estaban en el atrio de la iglesia (o al menos así lo recuerdo yo) que había que canonizarlo. Y el cura a regañadientes, después de semanas de boicot a sus misas accedió a hacer la petición al obispo, quien se negó de manera rotunda, pero que no tuvo más remedio que iniciar una causa de beatificación cuando el pueblo entero fue en peregrinación hasta la catedral hasta que por angas o por mangas, Panchito se hizo Santo, ya no sólo de fama, sino de los que hacen milagros. Y por eso es que todo el mundo dice que sucedió en su cumpleaños, pero yo sé que fue en el cumpleaños de Cuca. Y por eso también es que ahora el pueblo se llama San Pancho, que no San Francisco, porque es en honor a Panchito, el que tanto quisimos y ahora patrón del pueblo.

Y lo increíble es todo esto haya sucedido así porque Camilo era gozador y Pancho era feo. ¿Quién dijo que la belleza exterior no importa?

10 Comments


Bueno..... yo no digo que la belleza exterior no importe pero tampoco pienso que sea lo más importante. A mí, por ejemplo, hay otras cosas que me llenan mucho más.
Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuacks!


Interesante el giro que le diste, jeje. Pocos saben, porque es tema muerto, que tengo un hermano gemelo. Y si yo soy un gozador, el otro es un verdadero cabrón.


Lara: Creo que estereotípicamente, a las mujeres no les importa el físico. Y qué bueno, porque hay muchos hombres muy feos, jajaja.

Gus: Pues sin querer la historia medio te ajusta, pero no era la intención. La hice demasiado larga y dudo que muchos terminen de leer, pero me inspiré tanto que no quise cortarla. Total, quien no quiera leer, que no lea y punto.


Cuando tienen los ojos así de verdad pueden ver para todos lados? Yo conozco al vato de tu historia...

Y pos...

No es que la belleza exterior importe, pero pues no es mi tipo :p

Ash, por un segundo pensé que era una historia de la vida real... larga pero en verdad muy buena.


Pinche Vieja: Jajaja. No sé si puedan ver para todos lados, pero se me hace que no. Jejee. Qué bueno que te diste cuenta de que no era real. Al final es más obvio que al principio. El Gus me asignó el tema y por alguna razón me inspiró. Sé que es larga, pero no quise reducirle porque sentía que iba a perder la esencia. Muchos saludos!!!


NEXT....

Y la estafeta es para...........?


jajaja oye, es buenísima jaja amo las historias así jaja, amo las historias de pueblo jaja me imaginé a Panchito como un profe que medá clase de estética jaja ay ay ay es que esto de la belleza es medio de a disfraz en muchas ocasiones, pero ya sabrá cada quien como la aprovecha ja


Mercury: Ya no hay estafeta. Se acabó la quincena.

Carlos: Qué bueno que te gustó. ¡Saludos!


Casualmente escuché ayer en la tele la frase: "No importa que mi hijo nazca chato, mientras respire es lo que interesa" jajajaajaj

Hasta milagroso resultó el pinche pancho

Yo trabajé en una farmacia en una ocasión y había un cliente que tenía malos sus ojos. Cada que entraba a pedir su medicamento mantenía la vista hacia el techo. Obviamente claro no pensé que tenía algo en ellos por lo que solía pensar: "Ora tú pendejo, estoy aquí abajo, hazme caso cuando te hablo"
La verdad si es complicado ver a una persona a los ojos y que estos tengan un defecto.

Muy buen relato.


Novak: Gracias por pasar y leerte la historia tan larga. Muchos saludos!!

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