Walter Ego

-¿Cómo te llamas y cuántos años tienes?

-Soy Walter...Walter Ego. Y tengo 28 años...

Brent Corrigan sonríe desde un afiche pegado en la pared de aquella habitación habilitada como oficina, en la que el "director" está entrevistando al siguiente candidato para el "proyecto fílmico" que tiene planeado con su productora....

-¿Qué te motivó a venir a hacer la prueba?

-Mmmh, la curiosidad....y la paga....y que estoy bien buenote.

-¿Crees tener lo suficiente como para dar el ancho? Las grabaciones pueden ser agotadoras....

-Puedo ir de 15 a 22 cm en 2 segundos y mantenerlos más de una hora- es su única respuesta.

Para entonces no hay necesidad de comprobar tal afirmación. La enorme protuberancia en la entrepierna no da lugar a duda alguna. La respiración entrecortada del entrevistado puede deberse más a ímpetus contenidos que a nerviosismo por lo que está a punto de hacer.

-¿Cuál es tu fantasía sexual no cumplida?

Después de pensarlo brevemente, responde:

-Hacer una película porno....

-¿No temes "quemarte" con la raza?

-No, al contrario, me envidiarían porque hago lo que ellos siempre han querido y no se han atrevido.

Entretanto, en el cuarto contiguo, el asistente del director entrevista a quien será su pareja en la escena. Por sus facciones y fisonomía no sobrepasa los 22 años. De cuerpo delgado, aunque atlético. Bueno, más bien del tipo de los que practican ballet o patinaje Moreno claro, cabello oscuro, ojos grandes y expresivos. Aunque una hamburguesa Double Whopper tiene más testosterona que él. A falta de otros candidatos que se presenten ese día para hacer la prueba, decide darle visto bueno y que pase a la sala de grabación. Ésta, que a todas luces tiene la función de sala-comedor-salón de sesiones-cuarto oscuro, se halla llena de lámparas, un escritorio con una computadora equipada con web cam, rollos de cables tirados en desorden y un par de palmeras y helechos en macetas de barro, rodeando un sillón forrado de cuero rojo. Botes con sustancias aceitosas aromáticas y juguetes de todos los tamaños y grosores complementan el "decorado". Ambos aspirantes son llevados a la habitación. Después de las debidas presentaciones y un par de comentarios y malos chistes, el director habla:

-Bien señores, esto no es el jockey club. Así que, si saben a lo que vinieron, vayamos dándole cauce...

Ego comienza a desvestirse. A su edad no es ningún novato y mucho menos alguien con siquiera un asomo de pudor a la hora de quitarse la ropa. Primero la remera blanca, dejando ver por qué es la envidia de los tipos en el gimnasio. Después los jeans y el bóxer, dejando ver por qué esos mismos tipos que lo envidian en el gimnasio lo desean en las regaderas. Chico Ballet hace lo propio. Buenas piernas, poco torso. Nada despreciable, sin embargo. En parte por alardear y en parte por "prepararse físicamente" hace un par de extensiones de pierna, seguidas de un súbito split...."Por lo menos es bastante flexible", piensa el director. Dos camarógrafos están ya listos para filmar todo lo que tiene que pasar.

Ni siquiera es necesario que el director grite "¡acción!" para que ambos estén ya en plena labor de reconocimiento táctil/oral. Lo que a Chico Ballet le pudiese faltar de masculinidad le sobra en...digamos, entusiasmo. Cosa en la que Ego tampoco se queda atrás. Todo es válido en nombre del "show business". Y ninguno de los dos está dispuesto a dejarse aventajar por el otro. Pese al aire acondicionado, el sillón rojo empieza a cubrirse de sudor. Hay un espejo de cuerpo completo al otro lado de la habitación. Y a Ego le gusta lo que ve reflejado en él. Con aire de autosuficiencia sonríe, satisfecho de sí. Tal parece que la cámara lo adora. ¿O más bien el camarógrafo?. Palmo a palmo recorriendo esa geografía, buscando siempre el mejor ángulo. Ego no puede dejar de ver a la cámara. Sonríe nuevamente, posa, se desentiende un instante de su contraparte, que para ese momento está un poco imposibilitado para hablar.

Ego simplemente se ofrece, Chico Ballet se abalanza sobre lo disponible. A cada labor oral de éste, le corresponde un suspiro de aquel. De sobra están las indicaciones del director: súbete, bájate, trágala entera, bésale aquí, tócale allá..... El repertorio de trucos y posiciones desfila ante los ojos de los allí presentes. Charlas al micrófono, besos multicolor, 70 menos 1, dedos que desaparecen, misioneros, caballitos, canes, aves en el asador, caprinos suicidas, carretillas, cucharas, piernas de uno en los hombros del otro, kama sutra en breves lecciones....La flexibilidad de Chico Ballet es puesta a prueba por las dimensiones y resistencia de Ego. No hay tregua, y a cada embestida le corresponde su respectivo gemido de placer. El entusiasmo contagia. Así parecen demostrarlo los camarógrafos sobándose descaradamente por encima del pantalón. Quieren ser parte del show. ¿Y quiénes son ellos dos para negarles la participación? Ahora hay manos y dedos extra en esa escena. Y dos miembros adicionales reclamando ser apaciguados, como sea y con quien sea. Que total, que ¿qué importa, señor director?, que puedo seguir grabando pero que me la mamen que ya no aguanto. Y la dinámica de integración sigue y sigue. Que pinche cabrón, que quien te viera tan machín si bien que te encanta, que hasta el fondo, que no dejes rastro, que espérate tú jotita, que con los dientes no, que ¿qué, te gusta?, que no lo dejes vivo, que termina con este otro y dale conmigo, que saca los poppers, que no, que valen madres, que no me gustan los dedos ahí, que los prefiero acá, que un poquito más de lub ¿no?, que no jales que descobijas, que me gustan las nalgadas, que hasta el fondo bitch, que esto...que el otro... Marcador, Camarógrafos: 0-Ego y Chico Ballet: 2.....

Pueden continuar entre ellos dos solamente. Los besos, las sobadas y las exploraciones dactilares vuelven a subir de intensidad. Y ante los gemidos de gato de tejado de Chico Ballet (fingidos o reales, sólo él lo sabe) viene la no tregua por parte de Ego. El sillón rojo ya no es suficiente. La alfombra, el escritorio, la pantalla de plasma de la habitación, la silla del director...cualquier lugar es propicio para dar cauce a la calentura de estos dos individuos. Las cámaras no cesan de grabar. Y hasta el mismo director ha guardado silencio y simplemente observa, atento, expectante....lujurioso. En ese juego de vanidades no hay uno que domine. El placer de uno depende mucho de lo que el otro haga. Y la abundancia de "tssss, oh, ah, hum, yes!!!!" indica que el clímax se acerca. Con el cuerpo tenso, Ego revienta. La cámara 1 registra los hechos. Por cada emisión, un estertor y un sonido indefinible entre gemido y gruñido. La cara y el pecho de Chico Ballet, el diván rojo y hasta la alfombra reciben cada descarga. La mano izquierda de Ego se encarga de colaborar con el miembro del Chico para terminar de una vez el asunto. No le cuesta tanto trabajo. Entre los manoseos y besos que harían palidecer al más ducho, Chico Ballet hace lo propio. Cierra los ojos, se relaja y se deja fluir. La cámara 2 filma. Más gemidos, más sacudidas y todo termina....

-¡Corte! ¡Se imprime!...¿Qué tal, señores? ¿Cómo se sienten después de su primer escena porno?

Ambos están cansados, pero sonrientes.

-¡Wow! -es la respuesta de Chico Ballet

Ego simplemente no puede parar de reir. Algo le dice que, de ahí en adelante, ya sabe a qué lugar pertenece y cuál es su talento. El director lo reafirma:

-Chico, estuviste genial. Ego, ¿qué te puedo decir? Hasta yo me calenté ¡estás bárbaro!

Darse un baño, vestirse, pasar por el cheque y despedirse fueron sólo pequeñeces. Sería cuestión de días para que la escena circulara por la red y semanas después en conocidas tiendas de la Zona Rosa, como parte del "proyecto fílmico" ya terminado. Por Chico Ballet no pregunten. Anda de becario en Europa. ¿Y Ego? Ego anda en un nuevo proyecto ¿gustan pasar a verlo?