Antes de explicarles cúando lo supe; me gustaría contarles cuándo lo sospeché. Como el título de mi post dice "Todo comenzó con un sueño...". Si mal no recuerdo era mi quinto año de educación primaria cuando tuve un sueño un tanto perturbador, pero a la vez muy inquietante. Un doble sentimiento completamente nuevo para mí.
Bueno... ahí va el sueño, espero no se extrañen (cada que lo recuerdo pues sí se me hace fuerte, pero era un niño y fue un sueño ¿ok?). Estaba con mis compañeros de salón y había como unos vestidores en algún lugar de la escuela; algo raro por que no habián ese tipo de instalaciones. Estos vestidores eran todos de azulejo blanco (techo, piso y paredes) y camas cuadradas (también blancas) distribuidas casi todas en el centro. El ambiente totalmente templado y seco (sin llegar a ser caluroso). Sí ya sé que están pensando la mayoría, pero fue creación de mi subconsciente potencializado por mis hormonas. ¿O de qué otra forma podría yo haber soñado con un lugar así, sin antes haberlo conocido o visitado? Supongo que regresábamos de clase de educación física o alguna práctica, por que llegábamos a este lugar para cambiarnos de ropa. Para mi sorpresa todos nos quedábamos en ropa interior (trusas blancas) y nos recóstabamos en las camas. Vaya, la sensación que tenía era de descanso, tranquilidad y relajamiento. No hubo un acto sexual entre mis compañeros y yo o sólo entre mis compañeros. Pero sí había el roce de nuestros cuerpos; para acomodarnos, recostarnos sobre alguien más y hasta llevar acabo jugueteos inocentes (sí, de esos que son el preámbulo de varias escenas de peli porno; pero aquí sólo se quedaban en jugueteos).
Cuando lo recuerdo (y ahora que lo platico por segunda o tercera ocasión) lo percibo muy rápido, pero para mi todo iba más lento. Trataba de entender qué estaba pasando mientras yo estaba recostado junto con mis compañeros, pero a final de cuentas fue más el deseo de disfrutar estar con ellos y de esa forma (sin que ninguno de nosotros adoptáramos una actitud extraña). Obvio lo primero que pensé al despertar fue: "¡¡¡Wooowww!!! ¿Pero qué fue eso? ¿Así o más bizarro mi sueño". Varios días lo reviví una y otra vez en mi mente, sin llegar a sentir algún tipo de excitación; sólo placer. No volví a soñar de nuevo algo así por mucho tiempo. Y extrañamente, tampoco deseaba que se volviera realidad, sólo continuarlo o por lo menos repetirlo tal cual.
De ahí en adelante, siempre tuve conmigo la espinita del sueño. Latente por bastante tiempo. Siempre disfruté más estar en compañía de mis amigas del salón. No me gustaba el football, pero sí jugaba con mis amigos a otras cosas. Por eso, yo creo que no me veían "tan raro" o hacían comentarios sobre mis gustos. Mientras el tiempo transcurría, le llegué a una amiga (quién me bateó y a la cual cada que veo bromeo con ella que por su culpa me volví gay ¡Jajaja!) . Me besé con una compañera del otro salón en una fiesta (sin que eso fuera algo "¡¡¡Wooowww!!!" para mí). Disfruté de ver e intercambiar material pornográfico (principalmente películas y revistas, obvio bugas) con mis amigos de clase y ocasionalmente reunirme con ellos para apreciar tal material.
Al llegar estas últimas prácticas fue cuando el sueño (y sus sentimientos) brincaron, llamando de nuevo mi atención. El motivo principal; que lo que hacía con mis amigos de la escuela se asemejaba bastante a mi sueño de la primaria. Comencé a fijarme más en los tipos de las pelis porno y sobre todo a fijarme más en mis amigos cuando estábamos juntos. Lo anterior no me asustaba, al contrario, me gustaba pero sabía que tenía que hacerlo discretamente y guardarlo sólo para mí. Mis sospechas eran cada vez más grandes sobre si yo quería: de nuevo besar a una niña o probar besando a uno de mis amigos.
Alguien muy especial llegó a mi vida, mi primer amor platónico y gracias a Dios se materializó en el cuerpo de un varón. Pero no cualquier varón, uno casi perfecto. Más alto que yo, atlético, bailarín de danza contemporánea, aplicado en la escuela, consentido de los profesores, siempre sonriente, se preocupaba por mí, no tenía miedo a abrazarme en público, me buscaba para saludarme, para despedirse, todos lo conocían, muchos lo criticaban, pero la mayoría lo querían. En cambio yo, lo amaba. Era ponerme nervioso al verlo acercarse; para luego experimentar la más grande tranquilidad al escucharlo, sentirlo y olerlo. Fueron más de dos años de estar entre la tierra y el cielo. No probé sus labios, pero estaba seguro que eran parte de la divina proporción. Perdí todo contacto con él después de la muerte de su madre. Hasta hace unos cinco años lo volví a ver en el cine, acompañado de su novia. Nos reconocimos y saludamos, para después ser presentados ella y yo. Al querer despedirme, pensé en voz alta y le dije "Gracias!", obvio no entendió. Sin nervios ni nostalgia, sólo sentimientos gratos.
Él fue parte importante para definirme y aceptarme como soy. Sobre todo de la forma más placentera que hubiese imaginado. Miguel Rodrigo, contigo fue como lo supe.