El noveno elemento
Soy todo ojos, sonrisa y pasión. Traigo el corazón por fuera, como los santos, pero no por eso se daña fácilmente. Fui un niño tan deseado, que me tocaron las bendiciones de los que estaban antes que yo y los que estaban antes que ellos. El primogénito varón del primogénito varón para mi raíz libanesa. El primer nieto para mi raíz huasteca. Porque mi sangre, como la de muchos aquí, está hecha de muchas sangres y soy de los árboles de cuatro raíces. Fui un pequeño feliz, amado, inquieto y muy, muy curioso. Supongo que caminé a los once meses porque ya quería volar y comencé a hablar a los nueve porque, creía, tenía mucho que decir.
Las palabras son mis amigas desde siempre. Por ello comencé a jugar con ellas solito, casi a escondidas, en un pizarrón que mis queridos abuelos me regalaron. Fue a los cinco años que una querida amiga le contó el secreto a mis papás: ya las leía y las escribía. Y la amistad se ha hecho más fuerte cada día. Con la amistad de las palabras, vinieron las demás: la de los números y la biología. Y las expectativas. Sí, siempre creo expectativas increiblemente grandes en quien me conoce. Porque soy un buen espejo, porque si me ves grande te estás viendo a ti. Lo único malo de las expectativas es que siempre las cumplo. Y me tomó doce años de mi vida entender que no tenía que cumplirlas todas.
Soy cálido y caliente en más de un sentido, tal vez en todos. Sólo soy frío ante la emergencia, la histeria, la duda. Si me quitaran la mirada, me queda el cuerpo para expresarlo todo. Soy leal, pero no he sabido ser fiel. Eso sí, me entrego completito, tal cual, sin darme cuenta y en mi vida las cosas pasan como un huracán o no pasan. Siempre he creído que es la única manera. De hecho, hasta hace poco, no comprendía que hubiera otras. Porque soy muy niño y me gusta serlo y se que nunca creceré del todo.
Soy mi sonrisa. Si provoco una risa, ya hice mi día. Creo que mi trabajo, el de verdad, es ayudar a que los que están alrededor, cerca o lejos, entiendan que ser feliz es de lo más fácil. Me da por pensar que se me rompió el ala derecha y que por eso me duele siempre el hombro derecho y estoy acá aprendiendo cosas hasta que mi ala crezca de nuevo. Pero mis alas son de híbrido, con un pie en este mundo y uno en el otro. Y doy mensajes de esperanza, pero soy un mentiroso profesional. Creo en aprender de todo y de todos. Soy muy agradecido y siempre, siempre, me he sentido afortunado.
Soy mi mirada, pero sobre todo, soy la suma de todas las que en ella se reflejan.