¿Que cuándo lo supe? Siempre lo supe, sólo que me hacía el tonto. Por muchas razones: la familia, la iglesia…el sentimiento de culpa. Si el día de hoy me entregaran el Premio Pirrín de Oro al Pirujo del Año, dentro de mi discurso de agradecimiento tendría que incluir a muchos personajes, reales o ficiticios, cuya aparición a lo largo de mi vida me ha llevado a concluir que, lo mío lo mío, no son las mujeres:
*La Tríada Calzonera: Capitán Rinbros, Zagaman y Chico St. Honore, quienes con su estática y muy sugerente pose en los carteles de publicidad de ropa interior masculina me provocaban un “no sé qué”…cuando apenas tenía 6-7 años. Ya sé, las marcas son chafas, pero ¿qué tal los modelos?
*El tipo del video de la versión en español de “La isla bonita”, no recuerdo el nombre de la guarra que la cantaba. Pero sí se me quedó la imagen de ese tipo bronceado y con el torso descubierto. Si estaba atento a este video era por los menos de 10 segundos en que aparecía esa imagen. Todo ello cuando todavía cantaba yo “Pin-pon es un muñeco" y apenas empezaba a garabatear mi nombre en los cuadernos.
*Huicho: Uno de los chalanes que trabajaban en la tienda que administraba mi papá. Se volvió mi objeto del deseo durante unas vacaciones de verano, cuando iba a pasar a 2º. año de secundaria. Moreno, no muy alto, pero bien constituido. Curtido por el trabajo en campo y con la típica fisonomía adquirida después de haber trabajado arduo cargando bultos y cajas. Híjole ¡cómo me gustaba! Y no hallaba forma de hacerle ver que me gustaba. De vez en cuando un toque "accidental" en la mano. Mis primeras fantasías eróticas fueron con él. Él, todo fuerza y virilidad, lleno de grasa de refacciones, en una bodega... pausa!!! Me abanico....El punto culminante fue haberlo espiado por una rendija de la puerta del baño mientras se duchaba, dedicándole especial esmero a aquellas partes…más de lo que exige un procedimiento normal de higiene….Lo malo?? Que mi papá me cachó y me dio una santa regañiza.
*El mejor amigo de la secundaria: Quien, cuando pasamos a la prepa, me empezó a interesar desde otra perspectiva. Tanto era el deseo que me provocaba que, en una ocasión, estando los dos en la sala de mi casa, explicándole yo cómo resolver un problema de álgebra, con todo el nervio del mundo subí mi pierna sobre la suya. Y como dice aquella canciön: “Por debajo de la mesa….” Mi mano comenzó a recorrer no sólo su rodilla, sino que también empezó a buscar más arriba. Todo esto mientras le seguía explicando el mugroso problema, yo súper nervioso porque no sabía cuál podría ser su reacción y porque mi mamá estaba muy cerca, viendo T.V. El cuate ni respingó. Terminé de darle la “explicación” y sólo dijo “Bueno, ya me voy”. Lo acompañé a la puerta. Cabe mencionar que después de eso nos dejamos de hablar. Yo por pena. Él...por no sé qué.
*J.C. alias "El Papaíto": Un chavo con cuerpo de infarto y cara de resurrección, quien a mis 17 años me tomó la mano, la llevó hasta su muy definido pecho y me dijo “Checa”, todo para que yo “verificara” que las 120 lagartijas que acababa de hacer al hilo le estaban haciendo efecto. Alardeando un poco, movió alternadamente los pectorales. Y yo pensando “ecuánime guey, ecuánime”. Nada fácil con la visión de ese guey frente a mí, con nada más encima que un boxer y mucho sudor. Nada fácil tratándose de un hombre que se había ganado ese apodo debido a que era el objeto de deseo de todas las viejas por ser muy galán y sumamente comestible. Todo esto en el antepenúltimo día de un campamento anual de verano que organizaba la iglesia a la que asistía, y al que llegaban jóvenes de todo el estado. Debo decir que un shock eléctrico me recorrió toda la espina dorsal…y que esa noche, mirándolo dormir en la litera de junto, recién bañado, cubierto tan sólo con otro boxer pensé "Dios, perdóname... pero qué sabroso está este cabrón, te luciste!!!"
Pero, por sobre todas las cosas (Lucero, ¿eres tú?)….
*MATL (suspiro muy prolongado) Mi adorado MATL. Nunca antes había hablado acerca de él. El primer cabrón del que me enamoré. El único, de hecho. Amor platónico, simple obsesión o qué se yo. Sólo sé que fue algo muy intenso. Y duradero. Siete años me duró el sentimiento, y aun hoy, como las gripas, eventualmente regresa. Desde el momento en que me armé de valor para decirle lo que sentía, desde el momento en que él me dijo “Sólo como amigos, güey”, desde el momento en que tuve noches de insomnio porque no dejaba de pensar en él y no tenía el pinche valor de tomar el teléfono y marcar a su casa, desde el momento en que una noche me puse a llorar por él como Magdalena y mi mamá me vio y creyó que lloraba por mi papá, quien se había ido hacía poco de la casa. Desde el momento en que la simple idea de que él andaba cerca, o verlo aunque fuese de lejos, o tenerlo frente a mi provocaba que me temblaran las piernas, me latiera más fuerte el corazón y las pinches neuronas no hicieran conexión para hilar siquiera dos frases seguidas coherentemente. Desde que me di cuenta que podía quererlo sin que mediara deseo sexual alguno. Desde ese momento, NO lo supe. LO CONFIRMÉ. Y creo que di un pequeñísimo avance. Dolorosa, pero positivamente. Y así, aprendí de mis pasos. Y sigo entendiendo en mi caminar.