Es innegable, cuando se habla de gays, las palabras "loca" y "afeminado" (y otra similares) son usadas en sentido negativo en nuestra cultura, a veces de manera abiertamente insultante, agresiva y despectiva, a veces de manera bromista y veladamente discriminatoria.
Por otro lado, cuando alguien dice que un gay es un "hombre de verdad", o simplemente que "él sí es hombre", o que es "normal" y que "actúa como buga" (es decir, como heterosexual), la mayoría entiende que es un halago, que es algo positivo.
Es tan simple como lo siguiente: en las páginas de internet LGBTQ de contacto gay, existe gente que advierte que no quiere contacto con "locas" o "afeminados", y existe también gente que pide hombres "varoniles", "masculinos", "de verdad"; la situación inversa es prácticamente desconocida. Otro hecho simple: nadie es golpeado, violado o asesinado por parecer muy masculino; sí ha pasado por parecer "afeminado".
¿Por qué ese miedo y rechazo al hombre femenino? ¿Qué es ser un hombre masculino?
El hombre artificial...
Es tan obvio que se nos olvida fácilmente. La ropa que consideramos permisible, lo que consideramos comestible, es cultural, es artificial. Qué es ser hombre, qué es ser mujer, qué define un sexo y un género, es subjetivo y cultural. Todas las culturas y momentos difieren en los detalles en que definen los géneros y los sexos. En una cultura asiática específica es preferible que los hombres homosexuales adopten todas las costumbres y maneras del rol femenino, y los homosexuales masculinos causan gran consternación. En una cultura árabe un hombre que tiene sexo con hombres mientras se casa es masculino y heterosexual mientras no tome un rol pasivo. En una cultura occidental, el pelo largo y decolorado y las faldas son características de cualquier hombre ordinario. No importa que, por haber aprendido nuestras reglas culturales desde pequeños, las sintamos como naturales. Al final, son eso, reglas aprendidas, reglas subjetivas, y lo masculino y lo femenino existe en un nivel tan básico que, bajo nuestra carga cultural, carecen de todo significado.
El miedo a perder el poder...
Históricamente, las mujeres se han visto relegadas a una situación inferior a los hombres en muchas áreas. Para un hombre, el permitirse actitudes femeninas (de acuerdo a su geografía, cultura y época) podía llevarlo a perder poder y estatus. El temor a parecer femenino es la otra cara de la moneda del desprecio a lo femenino, de la valoración inferior de la mujer y de los roles femeninos. El tabú contra la adopción de roles femeninos es el tabú contra el rebajar el estatus de uno, el tabú contra la autohumillación.
Vivimos tan inmersos en nuestra propia cultura que no nos percatamos ni de lo artificial de nuestras definiciones de lo masculino y lo femenino ni nos percatamos del desprecio a lo femenino en sí implícito en el rechazo a las actitudes femeninas. No existen los hombres de verdad, ni los hombres masculinos (ni las mujeres de verdad, ni las mujeres femeninas, llevando a la conclusión lógica estos argumentos). Existen personas que internalizan las "instrucciones para actuar el rol de hombre" que su cultura del momento les da y las actúan (o rechazan) en distintos grados. Y la violencia (y la exclusión pública, a ultranza y a priori es una forma de violencia) contra los hombres y mujeres, de cualquier orientación sexual, que no sigan el guión cultural y subjetivamente prescrito para su sexo, es tan grave y peligroso como la discrimación pública, a priori y a ultranza de grupos relugiosos, étnicos y sociales, y necesita ser vigilada con el mismo celo.
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