La responsabilidad de educar
Esta entrada originalmente habría sido uno de los primeros artículos que publicara en un proyecto de revista electrónica que no fructificó. También habría sido una de las primeras entradas de Las vírgenes. De hecho, fue la primera entrada que consideré para publicar en gaycolectivo cuando el buen gezeta tuvo el gran detalle de invitarme. Pero no, ahora entiendo que esta entrada tenía que ser publicada en esta mesa. Gracias Tadeo por proponer este tema. Ponte cómodo, querido lector, que esto va para largo.
Gay, joto, puto, maricón, rarito, lencha, loca, choto, lilo, machorra, mampo, geisha, hueco, soplanucas, jota, mayate, cachagranizo, tortillera, bicicleto, muerdealmohadas, vestida, tortilla, del otro bando y todos los que olvidé o que puedas agregar. A mi me encantan y me divierten todas esas palabras, pero en la mayoría de los casos, son usadas de manera despectiva. También en la mayoría de los casos, se refieren sólo a un pequeño porcentaje de la población no heterosexual. Porque son los más notorios: travestis, chicos muy amanerados, mujeres muy toscas. Pero ocurre así con todas las minorías (porque todos somos minoría, no?): lo más notorio se toma para definir al grupo, aunque se trate de una minoría dentro de la minoría. Habría que explicarles a los de afuera, en palabras nuestras, que hay chacales, jotitas, trans, musculocas, mamados, osos, leathers, parejas abiertas, cerradas y entreabiertas, chacalocas y más. Habría también que explicarles que su vecino puede pertenecer a este selecto grupo sin que ellos nunca lo hayan notado. Habría que indicarles que decimos eso porque las estadísticas más conservadoras indican que alrededor del 7% de la población mundial pertenece al grupo de los raritos. Habría que educar.
Mamá Lore, quien fue mi primera suegra y también mi segunda madre, nos preguntó una vez a mi pareja de aquél entonces y a mí "Y quién es la mujer?". Le explicamos que no había tal cosa como un rol y que se trataba de una relación de dos hombres, así que no había una mujer. Pareció quedar satisfecha con la respuesta, pero meses después hizo nuevamente la misma pregunta. Cuando repitió la pregunta por tercera vez, me senté con ella en la mesa de su cocina y comencé una larga plática, en la que explicaba que las relaciones de pareja entre personas del mismo sexo no siguen la misma dinámica que las relaciones entre heterosexuales, los pros y los contras, las similitudes y las diferencias. Mamá Lore no era una persona muy instruída, pero sí era una persona muy sabia y al terminar la plática me dijo "No me importa como sean, yo los quiero de la misma manera". Nunca volvió a preguntar quien era el hombre y quien la mujer.
Mi papá hace unas semanas me comentó "Me parece que los temas que tratan en su blog colectivo tienden mucho al lado gay". Jajaja. "Será porque todos los que escribimos somos no-heterosexuales?" me dije para mis adentros. Aún así me sorprendió que mi padre, la persona de mente cuadrada más abierta que conozco, siguiera percibiendo las cosas de ese modo. De hecho, a mí me parece que su vida tiende mucho al lado heterosexual.
Un chico con el que tuve una relación muy corta, pero una de las más intensas de mi vida, decía en alguna ocasión en una reunión de amigos que para él, ser gay era un don. Porque podía experimentar cosas que la mayoría de los seres humanos no experimentaría nunca, porque tenía que enfrentarse a la vida de manera más creativa. Y en efecto experimentaba haciendo cosas de manera creativa, porque me dejó por comenzar a andar con uno de mis amigos, que a su vez era novio de otro de mis amigos y también lo dejó.
Experimentar, crear, adaptarse, tener un don. Es aquí cuando aparece la imagen de Spiderman diciendo "Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad". Y es cierto. Cuando te asumes diferente, cuando aceptas tu don, cuando estás consciente de que no eres como la mayoría, adquieres un enorme poder y una enorme responsabilidad: la responsabilidad de educar.
Hace algunos años platicaba con José Rivera sobre la ligereza con la que los chicos gay de hoy den día toman su libertad. Pepe me platicaba de lo que había significado para él salir del clóset y lo difícil que era asumirlo. Me platicó también de sus participaciones en las primeras Marchas del Orgullo en la Ciudad de México y de como comenzaron haciéndolo menos de cien personas sobre Reforma, cuándo él era un niño y lo acompañaban en la marcha, entre otros, Tito Vasconcelos. Una cosa lleva a la otra y a los pocos meses platicaba con Tito sobre el mismo tema. A los pocos meses, coincidencia o destino, uno de los oradores de la Marcha fue Pepe Rivera y contó la misma anécdota que me había contado. Por supuesto, como casi siempre, otro de los oradores principales era Tito. Una de las cosas importantes es que, sin importar los claroscuros actuales de ambos personajes y sus innegables aportaciones (del tamaño que sean) a la cultura, muchísimas personas gay no saben quienes son. Es más, es muy probable que tú no sepas quienes son y por lo mismo no sepas que el respeto a tus derechos humanos y las libertades de las que ahora goza la comunidad LGBTT en nuestro país han costado literalmente sangre, sudor y lágrimas.
Por todo lo anterior, me hace enojar mucho cuando veo a dos chicos besarse en la calle como acto de provocación o cuando los veo joteando o piropeando a bugas al grado de molestarlos. Viven su libertad, pero sin asumir la responsabilidad que esto conlleva. Exigen un respeto que no ofrecen. Y si vives en el DF, me entenderás más cuando explique que vivo, por segunda vez en mi vida, en Zona Rosa. Sí, es lindo ver chicos y chicas tomados de la mano, expresándo libremente su amor. La bronca viene con la convivencia, cuando entienden que expresarse es jotear por jotear y que chinguesumadreelquenoleguste. No! El mismo respeto que se exige es el que se debe ofrecer, esa es la base para la convivencia armoniosa. Y no habrá respeto mientras los del otro lado sean ignorantes.
Así que si saliste del clóset, estás por hacerlo o no pretendes hacerlo nunca, pero asumiste tu condición no-heterosexual, te toca. Te toca educarte y educar. Te toca comenzar por tu familia y tu círculo íntimo. Te toca aclarar dudas cada vez que las veas aparecer, te toca leer para entenderte mejor, te toca explicar y ser paciente. Te toca invitar a os del otro mundo a conocer tú mundo y volverte inmune al rechazo, porque no te están rechazando las personas, te está rechazando su ignorancia. Te toca entender que no tienes que convencer a nadie, sólo vivir de acuerdo a tus convicciones. Te toca aprender que no eres el diferente, porque TODOS somos diferentes. Te toca, a fin de cuentas, hacer del mundo un lugar mejor. Si lo ves así, es una gran responsabilidad. Pero cuentas con un gran poder: el don de ser eso que eres.