
Tal vez sea el clima.
Tal vez sea el viento fresco y húmedo de la costa noroeste. Tal vez sea el Sol, con esa luz más amarilla que en otras partes. Tal vez sean las calles tan limpias y el pavimento incrustado de dimes. Tal vez sea el sueño, el que teníamos desde antes de llegar, pero que comenzamos a vivir nada más poner un pie en esta tierra. Tal vez seamos nosotros. Nosotros, los que aquí estamos dispuestos a sacrificar descanso, corazón y tripas, para continuar soñando, para que los que vienen después vivan el sueño. Nosotros, que llegamos unos con traje y bañados y otros con la cara polvosa, pero dispuestos todos a hacer lo que en nuestra tierra no hacíamos. Somos los mismos, pero esta tierra nos hace diferentes. Esta tierra nos paga por soñar.

Acá hay bastante extranjero. La mayoría son gringos, pero hay también mucho oriental, árabes y poquitos europeos. Pocos hablan el idioma, pero nosotros masticamos el suyo. Como que ya comenzamos a hablar todos un idioma nuevo, igual y en unos años ya ni nos vamos a dar cuenta. Es chistoso, porque te encuentras güeros en todas partes: el los malls, en la calle, en las escuelas. Parece que fueran nativos.

Claro que en la ciudades grandes la cosa cambia, todo parece de película y ves a los weyes de traje, a los musculosos en la playa, a las rubias jóvenes que parece que no entienden nada, nomás se rien como pendejas y compran en Rodeo Drive. Acá puedes tener lo que quieras si le chingas. Una, dos, tres chambas. Después te das cuenta de que allá habría sido igual, pero ya estás acá, ya te quemó este sol, ya te mojó este mar frío, ya te cubrió este polvo dorado. Ya te chingaste. O ya chingaste, porque pones tu negocio. O porque veniste contratado, entonces chingaste de verdad. Entonces igual y vives en Pacific Heights. O trabajas en Silicon Valley. O en LA.


Esta tierra es nuestro hogar. Ya no nos hallamos en otro. Somos los que cuidan el ambiente y los que contaminan. Somos los que vamos a la pizca y los que inventamos nuevo software. Los que no olvidan sus tradiciones y los que inventan las nuevas modas. Los que aceptan y segregan, se nutren y se vomitan. Los que montan el escenario y los que salen en las películas. Los que viven en Big Sur o en San Diego. Esto es lo que somos. Esto es California, la quinta economía del mundo; donde uno de cada tres venimos del sur del Río Bravo y dos de cada tres tiene sus raíces en otra tierra. Esto es California, donde el idioma oficial es el spanglish y donde todo es posible, hasta que se demuestre lo contrario. Esto es California, el estado número 32, eso con lo que sueña México mientras sigue durmiendo.